Cada año desde hace tiempos inmemoriales al acercarse la fecha del 5 de febrero, el Diario Oficial de la Federación, en su sección de Efemérides, publica una nota conmemorativa para recordar y resaltar la importancia de nuestro texto constitucional.
Lo curioso del asunto es que desde el 2003 viene repitiendo el mismo texto hasta la fecha, primero bajo la autoría de Rodrigo Díaz Trejo y después sólo dando el crédito al ahora Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.
Es cierto que los dos últimos gobiernos federales no fueron muy proclives a las conmemoraciones serias y eso podría explicar, aunque no justificar, la pereza editorial de repetir el mismo texto de la crónica e incluso de usarlo para el festejo centenario del año 2010. Pero ahora, con un gobierno sensato y consciente del valor histórico y político de la remembranza a la Carta Magna, es inadmisible que esto suceda de cara a los trascendentes cambios que ella ha tenido recientemente y a la importancia de divulgarlos en beneficio de la cultura de la legalidad y de lograr que el texto de la ley sea una expresión de aplicación cotidiana.
El Diario Oficial de la Federación es, en este sentido, un vehículo que visto con imaginación contribuiría grandemente al necesario proceso de divulgación de nuestra Constitución Política y de su modernización, mediante una seria y persistente difusión de sus contenidos, sobre todo de los más recientes, destinada a la amplia capa de servidores públicos responsables de respaldarlos y aplicarlos, en los tres niveles de gobierno, así como a empresas y ciudadanía que serán afectadas por ellos.
Resulta asombroso el poco valor que se le concede a nuestra Constitución, en la misma fuente donde se genera y publica el estado de Derecho. Comprendemos perfectamente el hecho de que la profesión del director general del Diario Oficial no ayude mucho, es ingeniero, pero me pregunto ¿no tiene mandos superiores o acaso el titular del ramo, Miguel Angel Osorio Chong, no es abogado, para evitar que este craso descuido continúe? y ¿Por qué la afamada directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Patricia Galeana, dependiente también de la Secretaría de Gobernación, no se preocupa por renovar dicho texto. Acaso será que piensa inmortalizarlo al lado del propio texto constitucional, ahora que es la responsable del festejo centenario de la Carta Magna?